Más de 1200 personas son hospedadas en el Santuario, a ellas se suman cientos de campesinos de toda Sierra Morena, que víctimas del hambre y la miseria acude al amparo de su patrona y de los frailes trinitarios que la custodian.
Diariamente se producen choques entre los representantes del Gobierno Popular y los capitanes al mando de los guardias civiles reagrupados, pues a cambio de víveres exigen requisitos y reconocimiento entre las personas refugiadas, muchas de ellas son detenidos y torturados.
La tirante situación se rompe el día que una avioneta del Frente Nacional deja caer una bandera roja y gualda que es izada en el campanario del Santuario. Cuando las autoridades republicanas de Andújar piden explicaciones, los guardias civiles reafirman su lealtad al poder legítimamente constituido por el pueblo y entregan a los culpables que son duramente castigados generando un fuerte resentimiento entre los refugiados.
Algunos días después, la aviación rebelde bombardea Andújar, las victimas se cuentan por cientos y las Juventudes Comunistas deciden tomarse la revancha contra el bando nacional rompiendo la tregua entre el alcalde de la ciudad y los hermanos trinitarios que administran y sustentan a los refugiados del Santuario. Varios frailes son sacados del templo por la fuerza ante la impasividad de las milicias, conducidos hasta Andújar donde son torturados y ejecutados ante el clamor popular.
La sublevación en el Santuario se convierte en un hecho, mas de dos mil inocentes son conducidos y hacinados en los sótanos del Santuario donde son retenidos y obligados por sus superiores sublevados a combatir contra las fuerzas republicanas.
A partir de entonces comienza una de las más cruda y sangrientas batallas de la Guerra Civil española, tras ocho meses de absurda y obligada resistencia el Santuario queda reducido a escombros y los rehenes son liberados de su cautiverio por las Brigadas internacionales del Frente Popular.
Combatientes y prisioneros son enviados al Penal de San Miguel de los Reyes (Valencia).
Los enfermos y heridos son trasladados a los hospitales de sangre de la Cruz roja Internacional, la falta de medios hace que la mayoría fallezca.
La talla de la Virgen de la Cabeza junto con parte de su valioso tesoro es escondida en algún lugar del cerro y permanece en paradero desconocido hasta nuestros días.
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